¿Inviabilidad de los sistemas pensionales o falta de previsión?

En un reciente foro de discusión de la OISS se planteó lo siguiente:

Cada vez con más frecuencia se oyen voces que auguran la inviabilidad de los sistemas de pensiones con diversos fundamentos: las contribuciones para su sustentabilidad restan competitividad a la producción de bienes y servicios en los mercados, la evolución demográfica de los países y el incremento de la esperanza de vida se hará una carga insoportable en los sistemas de reparto, la insuficiencia de las  tasas de remplazo para la mayoría de los aportantes sistemas de capitalización obligan a articular complementos por los gobiernos con cargo a presupuestos generales que también incrementan las cargas fiscales, etc…

Esas afirmaciones tienen un grado de verdad y los sistemas deben contar con herramientas que permitan garantizar una vejez digna a los que contribuyeron con su trabajo y ahorro a la construcción de la sociedad actual

¿Qué opiniones se tienen al respecto? ¿Se podrá prescindir de los sistemas de pensiones? ¿hay alguna alternativa para cuidar de nuestros mayores si desaparecieran los sistemas de pensiones? ¿Qué otros mecanismos sirven a la distribución de la renta?

A continuación, expresamos nuestra opinión de tan interesante tema, que constituye la principal dificultad que enfrenta el sistema pensional en casi todos los países del mundo.

  1. Crisis de los sistemas pensionales a pesar de su corta existencia.Los primeros seguros sociales se implementan por Bismarck en 1881. Es decir, no han cumplido 150 años de existencia y la humanidad, podría decirse, que ha subsistido miles de años con instituciones que han tenido mayor permanencia y eficacia en el cuidado de sus miembros. Como ejemplo de esas instituciones u organizaciones podría mencionarse la familia, los clanes, las tribus y las asociaciones de carácter mutual etc. Al parecer, ese orden básico se rompe cuando algunos, que se imponen, tratan de tomar provecho de los otros, rompen los lazos y el tejido social buscando la virtud en la individualización.
  2. 2. Ningún ser humano es autónomo.Desde su alumbramiento y llegada al mundo (y desde antes) cada uno de nosotros ha dependido de los demás de diversas formas: alimentación, abrigo, salud, cuidado, afecto etc. Es algo natural. Por lo que las teorías neoliberales de que “cada cual haga lo suyo” y provea para su vejez, podrán ser teóricamente válidas, pero, no pasan de ahí. Es palpable que el ser humano enfrenta realidades de distinta índole que no necesariamente se suplen con dinero. Se requiere de mucho más.
  3. Evolución demográfica. Al revisar las proyecciones demográficas para el año 2025 que se efectuaron hacia los inicios de la década de los 70s del siglo pasado, cuando en Colombia dio su primer paso hacia la creación del Seguro Social en Pensiones, se encuentra un nivel de acierto de casi un 95%, es decir, sí se tenía previsto el comportamiento de la pirámide poblacional estrecha en su base. Quizás por esa razón, los estudios actuariales plantearon unas cotizaciones escalonadas que quinquenalmente debían aumentarse y llegar, luego de 25 años, a una tasa del 22%, que permitieran el cubrimiento de las prestaciones que cubre dicho seguro y un margen decente de reserva para las contingencias. ¿Qué sucedió? El Estado, administrador, no cumplió con lo previsto, la tasa de cotización luego de los 25 años no había llegado al porcentaje planteado, tan solo llegó al 6,5%. Las inversiones fueron hechas en proyectos que fracasaron, de los cuales sus administradores obtenían los dividendos, pero no los cotizantes, quienes eran los reales propietarios del dinero, en síntesis, el seguimiento y control (eficacia y eficiencia) fueron los grandes ausentes.
  4. Ante la crisis del sistema de reparto, la capitalización (la panacea).Colombia copia el sistema chileno en 1993 (Ley 100) José Piñera, su creador, había convencido de la virtud del modelo: ahorro, inversión, rentabilidad, no gasto público. La misma junta militar que permitió su creación manifestó, en varias de sus sesiones, su preocupación por el manejo del dinero y la existencia de “artistas” que podrían esfumarse junto con el dinero. El ministro Piñera aseguró que existirían suficientes entes de control y vigilancia para que nadie se levantara con los aportes de los trabajadores. La realidad de tan ponderada criatura ha desembocado en que muchos países hayan revertido la privatización del sistema, el mismo Chile afrontó desde 2019 graves disturbios causados por la inconformidad de la población ante lo paupérrimo de su ingreso luego de jubilarse, por lo que se tuvieron que efectuar más reformas al sistema.

El debut del sistema de capitalización en Colombia fue aprovechado para incrementar el costo de administración el cual pasó del 3,5% de la cotización, al 3% del salario, a la cual se le adicionó una contribución del 1,5% para crear un fondo que se utiliza para complementar el capital que por la falta de profesionalidad y diligencia en el manejo de los recursos las administradoras privadas no logran acumular. El 3% de comisión, ya mencionada, significa una cifra cercana al 28% del aporte efectuado. Ese monto ha sido calificado por algunos de exorbitante. Se prometió una rentabilidad mínima, la cual, para los no iniciados en temas financieros, se entendía como ganancia y nunca se pensó en rentabilidades negativas, las cuales han sido habituales presentándose una situación lamentable: las administradoras nunca pierden, pero, sus afiliados sí. (Leonino, para los abogados). La OIT ha determinado que la tasa de reemplazo o, monto mínimo de pensión debe estar por el orden del 40% del salario asegurado, circunstancia que el sistema de capitalización en Colombia, en la generalidad de los casos, no alcanza, siendo común el 30% o menos. En el otro régimen, coexistente, la tasa de reemplazo está promediando el 60%.

Este panorama no permite otra conclusión de que, ha sido el Estado, como director, coordinador, vigilante, fiscalizador del sistema de pensiones, nefasto. No cumplió con sus deberes y obligaciones, permitió que las entidades de vigilancia y control fueran cooptadas por el sistema financiero, adoleciéndose de transparencia en el manejo de los recursos, permitiendo comisiones que generan ganancias exorbitantes para unos en desmedro de otros, permitiendo el desarrollo de un negocio en el más extremo capitalismo salvaje.

Es claro que no se puede prescindir del sistema pensional. Deben sus variables de: edad, monto, cotización y duración ser revisadas periódicamente. Deben diseñarse prestaciones no solo de índole económica, tales como recreación, cuidado, alimentación etc., que permitan el paso de la vejez en condiciones dignas no como sucede con frecuencia que al anciano se le arrincona como a un mueble viejo. Entre las cosas que se deben tener en cuenta es que el monto de la prestación económica puede variar, en un porcentaje, luego de cierta edad, y ser reemplazado por otro tipo de prestaciones. La pensión de sobrevivencia puede no ser vitalicia y sí temporal en unos casos y en ningún caso debe ser del 100% de la que disfrutaba el causante.

La familia, independientemente de su composición, debe recuperar su rol protagónico en el cuidado de sus integrantes.

La experiencia que se puede apreciar en algunas comunidades campesinas colombianas es que los integrantes de la comunidad no desamparan a sus mayores, siempre hay un plato de comida ya sea de sus vecinos o de su familia. Todos son una gran familia, se conocen de siempre, conocen sus necesidades, saben quién está pasando por malos momentos y así solidariamente hacen sus días más llevaderos.

Como mecanismo de distribuir las rentas, opino que no debe estar en manos de entes que desconocen las realidades sociales de las comunidades, debe acercarse a las mismas y permitir que sean ellas las que determinen su distribución, cuantía y asignación. Es decir, la práctica de la igualdad supliendo las necesidades básicas de los que en verdad lo requieren y no utilizando los recursos de muchos para para aumentar el activo de los que ya tienen más que suficiente.



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